“Soy tan americano como el apple pie”.
El cantante de origen puertorriqueño reaccionó a las críticas.
Con esta aseveración, Marc Anthony, cantante estadounidense de
ascendencia puertorriqueña reaccionó –visiblemente molesto– cuando en un
noticiario de Nueva York, su ciudad natal, le pidieron su opinión ante
la ola de insultos de corte racista de la cual fue objeto tras
interpretar la canción God Bless America, la noche del martes en el
Juego de Estrellas de las Grandes Ligas, en el estadio Citi Field de
Nueva York
“Maldito mexicano” fue uno de los improperios de los que fue blanco
el intérprete, en las redes sociales, lo que denota igualmente un
desprecio hacia el grupo de hispanos más grandes que habita en suelo
estadounidense.
Este tipo de ataque arroja luz sobre el claro problema de racismo que
permea la sociedad estadounidense, el cual ha enfilado sus cañones
hacia la comunidad de latinoamericanos, cuya presencia se hace cada vez
más evidente ante los ojos del norteamericano anglosajón. A la vez
muestra el desconocimiento entre los estadounidenses en cuanto a la
realidad política del puertorriqueño.
“Nací y fui criado en Nueva York. ¿En serio? Esto es triste. Soy tan
americano como puedo ser, y tan puertorriqueño como puedo ser. Y para
aquellos que no lo saben, Puerto Rico es un territorio de los Estados
Unidos, no se necesita pasaporte. (Soy) puertorriqueño nacido y criado
en Nueva York, tan americano como cualquiera que lo sea. Así que
supérenlo”, sentenció la voz de Vivir mi vida, quien iniciara su carrera
en la Gran Manzana interpretando música de discoteca en inglés pero que
experimentó la fama al cambiarse hacia la salsa.
La historia se repite
Marc Anthony no es el primer artista latino en sentir el rechazo de
un sector del público estadounidense por interpretar, una canción que
enaltezca el sentimiento patriótico de los estadounidenses.
En 1968, el cantautor puertorriqueño José Feliciano, causó conmoción
cuando interpretó el himno de Estados Unidos, The Star Spangled Banner,
cambiándole tanto su tonada como su ritmo a uno más cercano al blues e
imprimiéndole su personalidad mediante las inflecciones de su voz. El
escenario fue en un estadio de Detroit en el quinto partido de la Serie
Mundial.
Tras su interpretación, el cuadro de la cadena NBC, que transmitió el
partido, se congestionó de llamadas de televidente indignados que
consideraron el acto uno antipatriótico. Hubo quien sugirió que
Feliciano fuese deportado a su país de origen, sin saber que los
puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses.
El año pasado, Feliciano volvió a cantar el himno norteamericano en
San Francisco antes del primer encuentro de la Serie de Campeonato de la
Liga Nacional.
Al recordar el incidente de 1968 dijo ala prensa:
“Me sentí mal en cuanto a la controversia porque dejaron de tocar mis
canciones en las estaciones de radio de Estados Unidos. Pero no hice
nada malo. Ahora todo el mundo canta el himno nacional de la manera que
quieren”.
Asimismo, tan reciente como el pasado 13 de junio de 2013, Sebastien
De la Cruz, un niño de 11 años de edad nacido en San Antonio, Texas,
recibió un rechazo masivo. ¿Su delito?, cantar el himno de Estados
Unidos en el tercer juego de la final de la NBA vestido de mariachi en
tributo a las raíces mexicanas de sus progenitores.
Interesantemente, más del 55% de la población de San Antonio es
hispana y 90% de ellos se identifica como mexicano, de acuerdo con datos
del Centro Hispano Pew.
Para los estadounidenses de origen mexicano esta situación refleja
desde un escenario quizás más inofensivo, como lo es el del deporte, el
problema real que viven a nivel legal.
Hace más de una década que el gobierno de EE.UU. ha estado evadiendo
el reto de realizar una reforma migratoria. Esta situación ha dejado a
11 millones de inmigrantes en una especie de limbo legal en esta
nación.
Recientemente, el Senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley
para brindar una opción a la naturalización a los inmigrantes. Sin
embargo, el proyecto enfrentó oposición en la cámara baja.
Mientras, tanto el gobierno del presidente Barack Obama, quien debe
su reelección en gran medida al voto de la comunidad hispana, ve como su
gestión hacia este grupo es saboteada desde diversos frentes. Un
ejemplo ha sido la política del estado de Arizona donde la persecución y
detención selectiva solo por tener apariencia hispana ha sido
denunciada.
Así que si bien Marc Anthony se siente tan americano como el apple
pie, lo cierto es que el racismo y la ignorancia se han filtrado en la
receta de la idiosincrasia americana volviendo amargo y rancio lo que
alguna vez pareció ser dulce.