martes, 3 de julio de 2012

El triste final de Héctor Lavoe

El triste final de Héctor Lavoe

El Búho dcie que los salseros del mundo lloraron y convirtieron en un mito al “Cantante de los cantantes”.

 tomado de trome.pe





Una de las grandes tragedias en la historia de la salsa fue, sin duda, la muerte de Héctor Lavoe. Este ícono popular partió al cielo un 29 de junio de hace 19 años, “triste, vacío, sin dinero ni amigos” a la temprana edad de 46 abriles.

El colega Eloy Jáuregui lo recuerda como un tenor de esquina, un virtuoso de la improvisación, de voz peculiar y desafiante. Héctor Juan Pérez Martínez vio la luz un 30 de setiembre de 1946, en el pueblo de Ponce, en Puerto Rico. La temprana muerte de su madre Leslie “Pachita” Martínez, aficionada a la música, marcó su vida de forma definitiva cuando aún era un niño.

A los 14, junto a diez amigos de su barrio, empezó a cantar y tres años más tarde decidió viajar a Estados Unidos, llegando a la casa de un familiar en el “Bronx”, donde fue corista y maraquero de algunas orquestas. Johnny Pacheco, propietario del sello “Fania Records”, le presentó a Willie Colón, quien lo jaló a su banda, “The bad boys” (“Los chicos malos”). Ambos grabaron éxitos como “Cheché colé”,“Todo tiene su final” y “La murga”.

Pero la vida desordenada, el alcohol, las mujeres y las drogas fueron una constante en su existencia. Más tarde grabó “Periódico de ayer”, “Mi gente”, “El rey de la puntualidad”, “Juanito alimaña” y el famoso “El cantante”, tema compuesto por Rubén Blades que lo llevó a la cumbre y lo transformó en leyenda viviente.

Ingreso al túnel del tiempo. 1986. Feria del Hogar, en la avenida La Marina. Luis Delgado Aparicio presenta a Héctor, vestido con un pantalón blanco y una polera azulina. “Nosotros somos buenos compañeros/con mucho gusto le vamos a presentar/a un cantante que lo hemos coronado/como el rey de la puntualidad”. El público enloqueció. Jamás pensó que un año después sería asesinado su hermano Luis Ángel y luego correría igual suerte su suegra, que un paro cardíaco acabaría con la vida de su padre y que su adorado hijo Tito falleciera por un disparo accidental.

Estos hechos trágicos lo volvieron loco de dolor. Se hundió más en el mundo de las drogas y un domingo de 1988 se lanzó del octavo piso de un edificio en Puerto Rico, quedando muy malherido e incapacitado para cantar.

Sus últimos días fueron penosos. Fue una agonía lenta. El peruano Hugo Abele, el empresario que lo trajo a nuestro país para que cante y lo alojó en su vivienda, lo visitó un mes antes de su muerte en el cuartucho lleno de ratas y pericotes de Nueva York, donde padecía sus días. Lo que vio era terrible: Su amigo, víctima de la depresión y las complicaciones en su salud por el Sida, yacía sobre un colchón sucio donde había defecado y nadie lo limpiaba.

Su esposa, Nilda “Puchi” Román, lo había abandonado justo en esos momentos, cuando más la necesitaba. Lavoe, que había producido tanto dinero con sus éxitos, estaba sumido en la más completa pobreza y soledad. Daba lástima verlo. Lo llevaron al hospital para que sea atendido. Cuando finalmente murió en el Memorial Hospital de Queens, la enfermera lo encontró en la misma situación que lo halló el “Gordo” Abele.

La fama y el éxito son efímeros. Los salseros del mundo lloraron y convirtieron en un mito al “Cantante de los cantantes”. En el Callao es como un Dios. Su vida siempre fue polémica y parte de su tragedia es reflejada en la película que hicieron Marc Anthony y Jennifer López. Apago el televisor.


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