LA SALSA ES UNA PIEZA PARA EL MUSEO

Con su libro 'La verdadera historia de la salsa', Medardo Arias Satizábal dice adiós a este género.

LA SALSA ES UNA PIEZA PARA EL MUSEO 

 

 

  "Si tuviera que aceptar mañana el acta de defunción de la salsa, yo lo aceptaría", dice Medardo Arias Satizábal con una voz que suena a resignación.

Es posible que un hombre como él, que a los 12 años presenció la llegada de ese género musical al puerto de Buenaventura en los baúles de los marineros caribeños que tripulaban los barcos de la Graceline, tenga el criterio para escribir el panegírico que habría de leerse en el entierro de la salsa.

Y eso fue lo que hizo. Escribió La verdadera historia de la salsa, movido por un amor profundo que se remonta a 1981.

En ese entonces era un joven periodista del Diario de Occidente, que publicó ensayos sobre la salsa en un intento por teorizar aquellos elementos -bien fuera el ulular de las trompetas o el golpe de unas congas- que lo pusieron en un trance desde que estaba en el vientre de su madre.

"A Buenaventura llegaron las compañías norteamericanas que tenían tripulación caribeña. Los marineros cubanos y puertorriqueños, junto con los hombres de la flota Grancolombiana, trajeron a mediados del siglo XX, las raíces de lo que hoy se conoce como Salsa", dice el escritor.

Para Arias, la verdadera historia comienza en África y termina en Cali con la muerte de Jairo Varela. En su libro, plasma una genealogía de los parientes ancestrales de la música que tipos como Pete Rodríguez y Richie Rey inmortalizaron. Cuenta el libro que Rey causó conmoción en Cali con su primera visita en la década del sesenta.

Arias poco escucha lo que suena en la radio ahora. Cuando la nostalgia lo invade, se sienta frente al tocadiscos y se pierde en el siseo hipnótico que produce la aguja sobre el acetato.

"La salsa se está convirtiendo en una pieza de museo. Hoy hay una cantidad de cosas nuevas. Pero de lo que sí estoy convencido es que el sonido de la salsa de los años 70 no volverá", confiesa.

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