jueves, 6 de junio de 2013

Los jóvenes concertistas de Cuba toman la batuta para demostrar que Cuba es mas que salsa, baladitas, regueton y guaguanco

Los jóvenes concertistas de Cuba toman la batuta para demostrar que Cuba es mas que salsa, baladitas, regueton y guaguanco





La Habana (PL) La recién concluida feria comercial Cubadisco-2013 propició el lucimiento de concertistas de poca edad y mucho talento, cuyo virtuosismo demuestra que Cuba es más que salsa y guaguancó.

Defensores de la música de cámara ante la tentación de un mercado invadido por el reguetón y la balada pop, estos jóvenes intérpretes aprovechan cada espacio para desmentir que su género sea elitista.

De hecho, en el portalón del Palacio de los Capitanes Generales suele verse a la joven Verónica del Puerto dirigiendo a músicos de todas edades en sui generis y atractivos conciertos sinfónicos.

"Pero ¿qué es la música clásica? ¿qué es la música popular?", se cuestiona Osmany Hernández, intérprete de fagot.

"Hace tiempo se borró la frontera: clásica es toda la música que trasciende. Y con la cultura y el eclecticismo actual, lo popular se abre a muchas lecturas", acotó.

La pianista Karla Martínez va más allá, y estima que la única división posible es entre la buena y la mala música: "Los jóvenes evolucionamos, y tratamos cada vez más de hacer música universal, y llegar a más público", señala.

Como ellos, una hornada de jóvenes músicos cubanos da que hablar en un país que también es cuna de grandes concertistas como Lecuona, Roldán, Caturla, Gramatges, López-Gavilán, Frank Fernández, Brower, Vitier y muchos más.

Los tiempos son diferentes, pero los desafíos son iguales: hacer buena música, sacarla de las elites y llevarla a las masas.

Ayamey Castañeda llegó al oboe de casualidad, y quedó seducida por la riqueza de su repertorio. Ahora dirige el quinteto de viento Santa Cecilia, y todavía sueña con la oportunidad de grabar su primer disco, y tal vez luego hacer un videoclip.

Niega que exista un divorcio con la música popular, y se resiste a la tentación de géneros más masivos y mejor remunerados, por "los sacrificios de una adolescencia dedicada al estudio y al desarrollo como intérprete, a exigirme y superarme".

Igual, participó hace poco en la grabación del disco Popularmente sinfónico, y confía en su éxito.

Tanto ella como otros músicos jóvenes saben que nadie vive solo de la música de cámara, y se involucran en varios proyectos profesionales, incluso docentes, un guiño a los tiempos que corren en Cuba.

Sin demeritar a otros géneros, su música requiere más ensayo, pero de cierta manera disfrutan vivir con un alto nivel de adrenalina.

Para Wilmia Verrier, directora coral del Ensemble vocal Luna, ni siquiera un video es garantía de difusión, porque el reguetón opaca propuestas extraordinarias, como un material del guitarrista Joaquín Clerch.

"Falta crítica especializada, que es vital para trazarnos directrices. Pero hay mucha gente joven que compone no para dejarlo en una gaveta, sino para defender su obra y poner a prueba a los intérpretes", afirma.

Entre ellos sobresale el cellista Alejandro Martínez, compositor y arreglista, para quien los intérpretes son la gran motivación de los autores.

"Ahora hay compositores jóvenes de todos los estilos, influenciados por el jazz, la electrónica y otros géneros populares, que al final engrandecen el formato de cámara", puntualiza.

A Alina Blanco le gusta romper esquemas. Su quinteto Ventus Habana se apropia y recrea piezas ya hechas, y las enriquece con ideas renovadoras para establecer un dialogo entre el público y el concertante.

En esa cuerda, esta intérprete del fagot rescata clásicos de la contradanza, sazonadas con percusión, paila, güiro, cencerro: lo afro en la cámara.

"Las innovaciones de los jóvenes han propiciado el auge en la música de cámara, que se ha reinventado para llegar al público", señala.

Aún así, los clásicos son clásicos, como demostró el trompetista Fadev Sanjudo en una magistral interpretación del Rhapsody in Blue de Gershwin, que cerró con broche de oro el Cubadisco-2013.

Es parte de esos jóvenes concertistas, que lejos de regodearse en lamentaciones, apuestan por una voz propia con la cual hacerse sentir no solo en esta capital de lo real maravilloso que es La Habana, sino en toda Cuba, y más allá.

* Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina
jhb/alb/cmv   

Tomado de la prensa latina

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