Celia Cruz, desde el cielo con su tumbao
Celia Cruz, desde el cielo con su tumbao
La Reina de la Salsa. La Guarachera. La Leyenda de Cuba. De inmediato estos títulos traen a la mente a Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad, mejor conocida como Celia Cruz, su nombre artístico.
También
traen a la mente un sinfín de canciones y más de 80 discos grabados que
se tradujeron en discos de oro y platino de esta cantante cubana de son
montuno, guaracha y salsa, que desarrolló su carrera en Cuba, Colombia,
Venezuela, México y Estados Unidos.
Hace 10 años, un día 16,
partió a otra dimensión pero su voz y su legado siguen tan presentes que
no se vislumbra quién pueda sucederla.
"No veo ninguna sucesora.
Celia tuvo un tiempo y un espacio, entre otras, muy prolongado. Empieza
en 1950 y va hasta el 2003 y fácilmente hasta el 2008 cuando siguieron
saliendo cosas. Abarca un tiempo tan largo, una variedad musical tan
grande que no veo que haya una artista con esa capacidad tan grande",
afirma Julio Eduardo Ramírez, melómano, coleccionista y
realizador de jazz en Latina Estéreo. Y agrega de manera contundente:
"Sinceramente no veo sucesora. Y en el momento actual de la música,
menos. Creo que ese trono seguirá vacío por mucho tiempo".
El escritor cubano Carlos Olivares Baró,
residenciado en México, recuerda así la fecha de su fallecimiento el 16
de julio de 2003: "Diez años sin ¡Azúcar… ¡Bemba colorá… ¡El yerberito
llegó… Celia Caridad Cruz Alfonso (Habana, ¿1921? – New Jersey, 2003),
cubana hasta la médula, llevó -durante más de 50 años- a todos los
rincones del planeta la sandunga de la Isla que la vio nacer. 22 Discos
de Oro. 4 Premios Grammy. Cao Cao Maní Picao y Burundanga, sus primeros
éxitos con La Sonora Matancera. Su vida, una larga guaracha sabrosona.
Comenzó cantando un tango y terminó con una conga fusión timba/hip
hop/reggaetón: la negra siempre tuvo tumbao. ¡Azúcar"…
Celia fue
una mujer que trascendió durante 60 años con unas características muy
especiales, "como la figura más importante de la música del Caribe en
género femenino", recuerda Julio Eduardo Ramírez.
Y se
suma a la descripción que hace Olivares Baró en el sentido de que le
reconoce a ella su capacidad de adaptarse a innumerables géneros. "La
comparo con el trompetista de jazz Mike Davis. El se fusionaba
bien con quien fuera, y así era Celia: lo mismo funcionó con grupos como
la Sonora Matancera que con los Fabulosos Cadillac. Tenía una capacidad
impresionante para permear cualquier grupo o cualquier época con mucha
facilidad".
Independientemente de reconocerle una potente voz y
gran cadencia, Julio Eduardo la recuerda también por su "gran impacto
mediático y una capacidad para llenar los escenarios como pocas personas
lo hacen".
El éxito lo logró por la combinación de varias facultades, precisa Cristóbal Díaz Ayala,
el gran historiador e investigador cubano. "Una potentísima voz de
mezzo que no mermó con el paso de los años, un sentido musical y rítmico
únicos, una disciplina férrea en su vida privada (no bebió ni fumó
jamás) el carácter optimista, y un orgullo profesional de concertista de
música clásica".
Al igual que expertos matanceros como Francisco Gutiérrez Barreto, Humberto Valverde, Orlando Oganes, Héctor Ramírez Bedoya, Humberto Corredor y Enrique Bolívar Navas, Díaz Ayala dice que Celia comenzó cantando tangos, como Nostalgia, de Cadícamo.
"Al
principio de su carrera cantaba tangos, pasando después al género
afro-cubano y definitivamente a todo el espectro de la música bailable
cubana, desde el bolero hasta el son, pasando por la guaracha y la
conga", afirma Cristóbal Díaz Ayala.
En el Diccionario de
la Música Española e Hispanoamericana, Díaz Ayala explica la carrera
artística de Celia en dos etapas: hasta mediados de los años 70, cuando
es conocida como "La guarachera de Cuba", y con notable éxito, es la
encarnación de determinados géneros de la música cubana. Pero de ahí en
adelante, a una edad en que la mayoría de los artistas están por
retirarse, alrededor de los 50 años, se convierte en la reina
indiscutible del movimiento salsero, incorporándose sin ninguna
dificultad, a nuevos arreglos, a grupos orquestales de más fuerza, a
nuevos hábitats (como conciertos al aire libre con miles de personas), a
compartir con diferentes cantantes y orquestas continuamente, y a
viajar vertiginosamente por todo el mundo, a cantar y bailar en el
escenario, como si tuviera 20 años". La leyenda sigue viva.
el Colombiano - Por LILLIANA VÉLEZ DE RESTREPO
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