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jueves, 4 de julio de 2013

Un autógrafo y una misa por Héctor Lavoe

Un autógrafo y una misa por Héctor Lavoe






Didier Ariza Ospino, Humberto Andrade Mariano y Luis Carlos Xiques Porto, son tres barranquilleros que guardan una relación particularmente directa y singular con la memoria imborrable de Héctor Lavoe, más allá de la de cualquiera de los miles de seguidores con que cuenta en la ciudad el gran sonero boricua.

Ariza, por ejemplo, atesora celosamente un autógrafo que le cazó hace 33 años, cuando Lavoe se presentó el 6 de agosto de 1980 con las afamadas Estrellas de Fania, que debutaban en esta capital. Para el ponceño era su segunda visita a la ciudad.

Lo de Andrade, a quien llaman Tico Salsa, reconocido personaje popular del ambiente salsero local, trasciende a un plano más espiritual, religioso y tal vez conmovedor.

Los 29 de junio, cuando se recuerda el aniversario del deceso de Lavoe, ofrece en la parroquia más cercana a su residencia una eucaristía por el alma de Héctor Juan Pérez Martínez, nombre de pila del Cantante de los cantantes.

Xiques, por su parte, acude anualmente a un encuentro personal e íntimo con Lavoe, pues lo encarna y representa en los actos principales del Carnaval de Barranquilla, celebración declarada Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Xiques y Lavoe se convierten durante esos días de Carnaval en una sola persona, ante la mirada de los miles de asistentes a los desfiles de estas fiestas tradicionales, que disfrutan con el enorme parecido físico.
“No le faltan ni las gafas”, es el comentario de la gente para significar la similitud fisonómica entre este asesor de seguros y el ícono salsero puertorriqueño.


El autógrafo de Didier




El papel que conserva Didier Ariza con el autógrafo de Lavoe ya está amarillento, tiene los bordes del lado izquierdo un poco irregulares, como si hubiesen intentado rasgarlo.

No llega a los 10 centímetros de largo, y en un trazo de tinta negra es fácil leer en letra garrapateada un nombre: Héctor Lavoe.

Ariza Ospino es un minucioso investigador musical y coleccionista de discos que atiende su propio negocio de venta de CD y Long Play en el centro de Barranquilla.

Recuerda que obtuvo la preciada pieza en la madrugada del 7 de agosto de 1980, cuando las Estrellas de Fania estaban en el pináculo de su popularidad, y finalizaban su presentación en el estadio de fútbol Romelio Martínez.

“Eran como las 3 de la madrugada, los asistentes empezaban a evacuar el escenario y los artistas de Fania a bajarse de la tarima. Corrí y alcancé a encontrar en la parte posterior a los últimos, Héctor Lavoe, Yomo Toro y Rubén Blades. Yo estaba a nivel de gramilla y la tarima era muy alta. Le grité desde abajo: ‘¡Héctor, Héctor! Un autógrafo, un autógrafo’. Se inclinó, yo me empiné y le entregué el papel. Lo firmó y se lo pasó primero a Blades, y luego a Yomo, quienes también me autografiaron. Fue fácil”, evoca ahora Ariza, de 56 años, quien en ese entonces era un mozalbete de 23.

Desde entonces el papelillo con la firma del artista es la prenda más valorada en casa de su familia.

“Lo guardo bajo llave dentro una agenda que nadie puede tocar. Regularmente reviso si está allí”, agrega este ferviente seguidor de Lavoe, quien también tiene autógrafos de otros grandes de la salsa como Miguel Quintana, Ernie Agosto, Primitivo Santos, Camboy Estévez.

Didier Ariza remata diciendo que ese día su objetivo era Héctor Lavoe, y que fue preparado para ello.
“Compré una libretica para los autógrafos, era como una chequera. También un paper mate nuevo, para que no me fallara la tinta. El bolígrafo no lo recuperé, creo que Rubén Blades se quedó con él”, expresa mientras está atento al recorrido del papel en manos del fotógrafo y de varios curiosos que se acercaron al sitio.

Misa y sorpresa del sacerdote


La primera misa por el alma de Héctor Lavoe la ofreció Humberto Andrade, Tico Salsa, en la iglesia San Rafael del barrio Montes, en el primer aniversario de la muerte del artista.

“Recuerdo que cuando hice la solicitud el sacerdote se sorprendió, se quitó los espejuelos como para mirarme bien, y me preguntó: ‘Héctor Lavoe, ¿el cantante?’ El mismo padre, le respondí. El cura sonrió y me recibió la información”.

A estas eucaristías Tico Salsa lleva a su esposa, a sus hijos, y a algunos vecinos.

La más reciente fue en la parroquia María Reina de todos los Santos, de la urbanización Villa Olímpica de Galapa donde reside actualmente.

“Quise tener este detalle fuera de lo común, pues soy un apasionado admirador de Héctor Lavoe. Además, un católico ferviente. Seguiré en esto hasta que muera, que ojalá no sea por ahora”, manifiesta Andrade Mariano con su conocido toque de humor.

Personificación de Lavoe


Luis Carlos Xiques Porto tiene 60 años, y desde hace siete años se disfraza de Héctor Lavoe en el Carnaval.

“En verdad lo mío no es un disfraz, -aclara-, ni mucho menos una caricatura. Lo mío es la personificación del Cantante de los cantantes. Es un reconocimiento a la personalidad de Lavoe, una figura inmensa de la salsa”, señala este asesor de seguros.

Afirma que asistió al coliseo Humberto Perea la noche del 27 de julio de 1978, cuando Héctor Lavoe actuó por primera vez en Barranquilla.

“Lo conocí en uno de los baños del coliseo, y hablé con él. Era un hombre descomplicado”, agrega.
Para finalizar sostiene: “A Héctor le hago un homenaje de corazón. En el Carnaval no soy yo quien desfila, es el propio Lavoe. Su espíritu es quien me mueve”. Xiques asegura que todos los días de su vida escucha la canción Ah ah o no, que grabó Lavoe con Willie Colón en 1972, en el disco El Juicio. Didier Ariza Ospino, Humberto Andrade Mariano y Luis Carlos Xiques Porto, tres personas del común que encarnan de diferente manera la pasión que generó y sigue generando entre la gente barranquillera un artista del carisma, la calidad y el señorío de Héctor Lavoe. Y en estos días en que se conmemora el vigésimo aniversario de su deceso, bien se pueden parodiar para Lavoe dos frases famosas en el ambiente del tango: ‘20 años no son nada’; y la dedicada a Gardel: ‘Héctor, cada día cantas mejor’.

Por Roberto Llanos Rodado
Editor General de AL DÍA

tomado del Heraldo

martes, 2 de julio de 2013

CESAR PAGANO RECUERDA SU ENTREVISTA CON HECTOR LAVOE EN 1980

CESAR PAGANO RECUERDA SU ENTREVISTA CON HECTOR LAVOE EN 1980


Este 29 de junio se cumplieron dos décadas de la muerte del cantante boricua.

 

 

 

En agosto de 1980 fue anunciado, con gran expectativa del público, un concierto de la Fania All Stars en el estado El Campín. Se vendió la boletería, y era una oportunidad grandiosa para los amantes de la salsa. Hubo presentaciones en Cali, con lleno completo. En Medellín no hubo tanta gente, pero en Bogotá prometía ser un concierto apoteósico.


Benhur Losada, empresario de Cali que trabajaba con Larry Landa, me contó que a Larry le dio por traer los equipos de la compañía Vásquez, que habían usado en Medellín. Me contaba que no alcanzaron a llegar todos y que La Fania le pagó a Sayco y no a un sindicato que había en ese entonces. Ya se había presentado la orquesta telonera, la de Willy Salcedo, y llevaba dos números la Fania. Habían cantado tal vez Santos Colón Ismael Quintana, que eran los menos carismáticos, y, cuando venían los más importantes, un corto recorrió todo el cablerío que estaba en la grama. Y de ahí no se volvió a oír nada.

En aquel tiempo se vendía licor en los espectáculos. El show había comenzado tarde, las boletas eran caras, así que la gente estaba enardecida. En el fondo, la gente tenía razón, no había un equipo de emergencia que pudiera salvar el espectáculo y la Policía respondió demasiado duro. El caos completo; hubo golpiza, detenidos; todo terminó en un lío fenomenal.

En el 80, la salsa en Bogotá despegaba con mucha pujanza. Existían el Goce Pagano (que fundamos en el 78), Mozambique, El Tunjo de Oro, La Jirafa Roja, el Paladium, El Escondite, Las Escalinatas y otros lugares, incluso en los barrios Restrepo, Quiroga, Venecia y Suba. Era un fenómeno creciente y rápido, que se sostuvo hasta mediados de los 80, 85 y 86. Solo recuerdo un antecedente de conciertos en Bogotá: diría que el primero que vino en el setenta y pico fue Ray Barretto, a la Feria Exposición, y estuvo muy solo.

Cuando entrevisté a Lavoe estaba en un punto muy alto de su carrera. Tenía su propia orquesta, después de sus éxitos con Willie Colón, y ya era famoso –lo era casi desde la adolescencia–, pero no eran tan graves sus problemas con las drogas, que luego se conocieron.

¿Dónde nació usted, Héctor?

Yo nací en la segunda ciudad de Puerto Rico, que es Ponce, que le disputa la primacía musical a la capital, que es San Juan. Ponce ha sido cuna de grandes músicos, como Braulio Dueñas Colón, Ruth Fernández y José Mangual el ‘Viejo’, el que tocaba con la orquesta de Machito y con Charlie Parker...

¿Sus inicios en la música cómo fueron?

Yo estuve marcado por una situación familiar desdichada, pues quedé huérfano de madre a los 3 años y fui criado enérgicamente por mi padre y mi abuela española. Mi papá quería que estudiara guitarra y yo solo quería cantar. A los 6 años me gané el primer premio, en un programa que se llamaba Los pibes se divierten.
Contra mi voluntad, mi papá me matriculó en la escuela de música Juan Morel Campos, donde encontré como compañero de generación a ese futuro virtuoso del piano –hoy también integrante de la Fania–, Papo Lucca, y a José Febles, que es el actual trompetista y arreglista de mi orquesta. Yo no quería saber nada de la guitarra, pues me inclinaba por el canto, para seguir la tradición de la voz de mi madre, que cantaba muy bonito. Como mi padre –don Luis Pérez, el lotero– notaba que yo no adelantaba de la lección 12 de solfeo, fue y habló con el profesor, quien le informó que el curso efectivamente ya iba por la lección 34. Mi padre me propinó una cueriza histórica, en la que tuve que ir contando obligatoriamente los azotes por cada lección, y volviendo a comenzar cuando se interrumpía.

Sin embargo, fui tan tesonero con mi canto, que al final mi padre tuvo que resignarse amargado, y solo me dijo: “¡Jódase!”.

Eso demuestra que la letra con sangre no entra…

A los 14 años ya ganaba algún dinero con la música, mientras hacía mis estudios escolares. Desorientado en mi ambiente y enamorado de una chica que se fue a Nueva York, viajé detrás de ella, no sin antes escuchar la advertencia amenazante de don Luis Pérez, que me dijo: “¡Olvídese que tiene padre!”.

¿Cómo fue su llegada de Puerto Rico a Nueva York en sus comienzos?

En Nueva York tuve al principio vivienda donde mi hermana, pero mi novia me salió rodeada de mil novios, pues era muy coqueta. Allí viví en esas barriadas sucias pero rítmicas de los latinos y los negros, las pandillas con sus territorios, los desempleados que ocupaban el tiempo en hacer travesuras y los cañoneros en los bailes que buscaban una oportunidad. Allí conocí también el vicio.

En una de esas noches de fiesta, me subí o me subieron a cantar para interpretar Sombras, ese bolero que hiciera famoso el cantante venezolano Felipe Pirela. Gusté tanto al público, que aplaudió varios minutos seguidos, y el director cambió al cantante de planta de ese entonces por este servidor.

¿Y qué pasó después en su carrera artística?

Estuve deambulando por ahí con esta orquesta que no era muy buena, hasta que un día me oyó ese tremendo percusionista que es Kako (Federico Bastard) y me llevó a cantar con las Estrellas Alegres. Pronto empecé a desfilar y a alternar con los grandes del ambiente, como Charlie Palmieri, el Gran Combo de Puerto Rico, Ismael Rivera y Cheo Feliciano, hasta encontrarme con Willie Colón, para hacer unas presentaciones y grabaciones que han tenido una buena acogida.

Pero todavía faltaba lo fuerte y llegó con Pacheco y su Tumbao, quien ya recibía propuestas del empresario Jerry Masucci para organizar la Fania All Stars, que comenzó en esos tiempos como una empresa muy modesta. A mí me sirvió, para entrar en la Fania, la experiencia con Willie Colón, con el cual habíamos creado éxitos como La banda, La murga de Panamá, Día de suerte. Yo, por mi parte, con mi orquesta, había pegado entre el público latino Periódico de ayer, El cantante, Songorocosongo, Mi gente, y hasta un vallenato colombiano de Fredy Molina que se llamó La verdad.

Mientras tanto, yo hacía mis travesuras y escapaba en estos tiempos del enrolamiento para la milicia, pues llevaban a los puertorriqueños a la guerra de Vietnam. En eso tuve éxito, pero no un hermano mío, quien regresó vivo, pero trastornado por la droga, que conoció como escape en las crueldades y angustias de esta guerra.

¿Cómo ha podido usted combinar la música con el asunto de las drogas?

En todos los ambientes se consumía droga en cantidad, especialmente el ácido. Aunque mi experiencia personal no ha pasado por él. Yo pasé por el efecto de otras drogas, y es un ensayo que no se lo recomiendo a nadie. Primero, me hicieron regalitos; después, cuando ya te hace falta, te la venden. Mi esposa, Nelda, a quien conocí en una presentación durante un baile, y Willie Colón, mi gran amigo, me ayudaron a salir del vicio. Ha sido una rehabilitación con recaídas, pero he terminado bien, sobre todo cuando me convencí de que no cantaba mejor por el efecto de la droga.




Atravesé un verdadero drama personal, porque, mientras, cosechaba los éxitos del primer disco con Willie Colón, llamado El malo, (sobre) el vividor, que es alguien que no trabaja y que ocasionalmente hurta y se mantiene todo el tiempo dispuesto para el goce y la fiesta. Después, cuando entré a la Fania, llevamos otros cantos de Borinquen, incluso se llegó al cine, con una película que se llama Nuestra Cosa Latina, de Leo Gast, donde traté de actuar y de encontrar así argumentos contra la droga.

Cuando yo comencé mi vida artística no fumaba ni cigarrillos; después –en la escuela de la vida– aprendí… No se debe tratar de mezclar o asociar el licor con el ambiente de las drogas, ya que un asunto no tiene que ver con el otro. Actualmente participo en diez programas que buscan la rehabilitación voluntaria de los adictos –sin meterles religión– y la prueba de la superación está en que he obtenido ahora más triunfos que antes y ventas superiores por Periódico de ayer, El cantante y Vamos a reír un poco, ya libre de esa influencia.

¿Qué proyectos inmediatos tiene?

Ante el éxito obtenido por el primer disco, larga duración grabado en memoria de Felipe Pirela, estoy preparando el lanzamiento del segundo volumen en homenaje a ese cantante venezolano que me ha servido como sombra protectora, pues tenía una bella voz y un fino estilo de narrar o sentir la canción romántica, aunque yo tengo lo mío, y es que también soy guapachoso

¿Qué fue lo que usted grabó con Daniel Santos?

Eso fue una experiencia muy bonita, con ese legendario cantante de Puerto Rico, en la que cantamos en controversia juntos en El joven y el viejo, y nos respaldó ese virtuoso de las cuerdas que también fue incorporado a la Fania, que se llama Yomo Toro.

¿Qué le gusta de la música colombiana?

Conozco un poco de cumbia y de vallenato, pero en la Media Torta presencié de cerca, en la tarima, la música llanera, y me encantó su fuerza, su ritmo, sus instrumentos y la capacidad para improvisar que tienen sus cantantes.

¿Qué nos puede decir de Armandito (hoy es un indigente), su amigo de acá de Bogotá?

Ese es un buen amigo de Ibagué, que conversa sabroso y nos conseguía el vicio. Él tiene planes de montar su orquesta y ponerle Armandito y su Montuno. Ojalá pueda hacerlo; yo le puedo dar algunas partituras.

¿A qué atribuye usted que terminara en un desastre la presentación de la Fania en el estadio El Campín?

Yo creo que la gente fue muy imprudente cuando ocurrió el incendio del equipo de sonido, y la Policía también respondió con violencia para armar entre todos esa batalla campal que desbarató el espectáculo después de ese corto eléctrico que dañó los equipos de amplificación. Fue una verdadera lástima, porque el estadio estaba repleto y la gente, muy contenta de recibirnos a la Fania, con todos sus integrantes. Espero que haya otra oportunidad…

*CÉSAR PAGANO
Especial para EL TIEMPO

*Estudioso de la música caribeña, en particular de la cubana. Ha entrevistado a decenas de las grandes figuras de este género para la prensa y la radio colombiana.


Conocí a Héctor el bueno, asegura Ismael Miranda



Conocí a Héctor el bueno, asegura Ismael Miranda





“Ya es tiempo que de Héctor Lavoe se hablen cosas buenas”, sentenció Ismael Miranda al recordar hoy la muerte de su amigo, “El cantante de los cantantes”.

El apodado “Rey de la puntualidad” murió un día como hoy en 1993 en el Memorial Hospital de Queens en Nueva York. El “Niño Bonito” prefiere dejar a un lado la parte negativa del cantante que se ha ventilado a través del tiempo.

“No quiero endiosar a Héctor. La parte de Héctor más importante no se ha conocido. Siempre se habla de lo negativo. El hombre tenía un gran corazón y decían que era el malo. Héctor no era malo. Al contrario, era un hombre bueno, por eso es que muchos se aprovecharon de eso. Héctor, a puerta cerrada, si tenía que donar dinero lo hacía en medio del esfuerzo que le podría costar dentro de su enfermedad. Era muy desprendido y generoso. Todo se mide en como cantaba, lo jocoso que era y lo charlatán en tarima, pero nunca se habla del Héctor que se preocupaba por su gente”, aseguró Miranda quien se consideró el mejor amigo de Lavoe.

De hecho, fue Miranda quien gestionó traer los restos de Lavoe a su natal Ponce, según la voluntad del cantante.

Para el “Niño bonito de la Salsa” es triste que esa imagen de “Bad Boy de la Salsa” fuese la que se mercadeara.

“Tenía unos hijos que amaba profundamente, que daba todo por ellos. Una esposa que amaba y que tuvieron sus cosas. Él era de familia y eso lo vi yo que estuve ahí. Héctor Lavoe, en medio de las tragedias y de todo lo que sufría por su condición, salía a cantar y alegraba a todos. Era muy cuidadoso. Hubo veces que llegó mal, pero se pueden contar las veces. Héctor era muy responsable, se encerraba en su cuarto antes y se preparaba. Lo tildan de irresponsable y eso no fue así. Conocí a un Héctor que intentó ser lo más profesional que pudo dentro de su condición”, afirmó Miranda, quien dijo Lavoe se rodeó de personas que no querían verlo bien porque “mercadear lo bueno no servía”.

Es por esta razón que Miranda celebra hoy la vida positiva de Lavoe y mientras le pregunten “siempre hablaré del amigo, del hermano y de un gran cantante”.

¿Lavoe En el olvido?

Los 20 años de la muerte de Lavoe han pasado desapercibido por un sector de la industria musical en la Isla. Aunque los salseros lo recuerdan, lo cierto es que ningún productor en Puerto Rico aprovechó la oportunidad para unir al género y celebrar la voz de uno de los cantantes más importantes en la música popular en un evento de pueblo.

Néstor Rodríguez, “El Búho loco”, director de progranación de la emisora radial Z93, dedicó su segmento de ayer al recuerdo de Lavoe. Lo que no resultó una novedad porque aseguró que Lavoe sigue siendo uno de los cantantes más solicitados en la estación.

“Héctor sigue siendo un cantante que después de muerto tiene arraigo entre la juventud. Esto se debe a la calidad de música que hizo, a su dominio como cantante, no solamente de salsa, sino de música típica y bolero. Su jocosidad y su don de gente lo acercan más a esa generación nueva que no vivieron su época, pero que al descubrir a Lavoe lo admiran. Aquí casi todos los días se toca música de Lavoe por las constantes peticiones”, subrayó El Búho.

Tomado del diario Nuevo día








viernes, 28 de junio de 2013

20 años de la muerte de Héctor Lavoe: recordando con Priscilla Vega

20 años de la muerte de Héctor Lavoe: recordando con Priscilla Vega




Al rededor del mundo este fin de semana se celebrará un sin numero de homenajes, radiales, periodisticos, escritos, fotos, etc, sobre uno de los cantantes mas versatiles, aclamados y famosos de la salsa Hector Juan Perez Martinez "Hector La Voe" a quien mañana recordamos como el día de su descanso y el paso a ser leyenda y aprovecho para compartir esta nota de nuestro buen amigo John Ceron, columnista de la página de la salsa del Espacio  por que este es especial, quien se reunió con Priscilla Vega, hermana de Hector y asi lo recordaron:





20 años de la muerte de Héctor Lavoe: una estatua para el ‘Cantante de los cantantes’

“Héctor Lavoe, a pesar de llevar 20 años de muerto sigue presente y sigue siendo ‘El cantante de los cantantes’. Su música suena en toda Latinoamérica y mucho más en su natal Ponce, Puerto Rico”, así recordó Priscilla Vega a su hermano, en entrevista con El Espacio desde Nueva York, lugar donde pasa vacaciones –vive desde hace años en Puerto Rico–.
Ella fue la mujer que recibió al ‘Flaco’, al hombre que ‘respiraba debajo del agua’, cuando no tenía fama, pero sí esa voz prodigiosa que lo catapultó a la eternidad, en esa Nueva York de los años 60.

“Recuerdo que él estaba trabajando en la parte alta de un andamio y como era tan ‘flaco’, le dije que se bajara de allá y que regresara a la casa, que de alguna manera podría vivir sin necesidad de arriesgar su vida. Él se bajo y siguió con su sueño de la música. Al paso de los años se fue de mi lado, y yo me mudé nuevamente para Puerto Rico y conoció a Carmen, con quien duró muy poco tiempo, pero de esa relación quedó José Pérez, su hijo, luego se casó con ‘Puchi’, con quien tuvo a Hectitor, quien falleció trágicamente y adoptó a la hija de ella, Leslie”, recordó.    

“Héctor era una buena persona, muy chistoso, siempre salía con un apunte. Desde niño tenía la habilidad de cantar, en la escuela lo hacía desde los cinco años y se ganó un premio, y ya a los doce cuando la televisión llegó a Puerto Rico, empezó a participar en los programas y le fue bien, siempre veía y escuchaba a Felipe Rodríguez y Tito Lara –trovadores boricuas–”, agregó.

“Cuando ya logró la fama y nos veíamos en alguna reunión no nos cantaba, pues los compromisos lo atrapaban, pero sí nos llevaba su música. En esos encuentros se mostraba muy noble, cariñoso, era muy diferente a como lo muestran en las películas que han hecho sobre su vida, pues allí le dan énfasis a la actitud negativa y las cosas bonitas, como los conciertos no se muestran y eso duele. De los libros que hablan de él, me gusta el de Jaime Torres titulado: ‘Cada cabeza es un mundo’, pues él entrevistó a muchas personas y son cosas reales lo que allí se plasma”, manifestó la mujer.




Sobre sus momentos de inspiración y de musa, Priscilla dijo: “Héctor se inspiraba en lo que veía y le salían cosas graciosas, era repentista. Era muy grato estar con él, pues uno se reía de sus ocurrencias. Hasta en el hospital ya en sus últimos días no perdió el buen humor, hacía chistes, nunca estuvo aburrido o amargado. Sin embargo aunque estuviera rodeado de miles de personas, se sentía solo, era como depresivo, pues estaba al lado de uno, pero la mente estaba en otro mundo, esto se dio luego de conocer y alcanzar la fama”.

José Pérez

“Tengo comunicación esporádica con ellos –José y Leslie–, nos vemos cuando se cumple un aniversario más de su nacimiento, que es el 30 de septiembre. Cuando puedo visito a José y a su mamá Carmen, que viven en Tampa, pero ahora mismo se encuentran en Nueva York por algunos compromisos personales”, dijo.

Cuando le preguntamos sobre imágenes inéditas de ‘El hombre de Ponce’, nos dijo que sus ‘fans’ tienen cosas que ella jamás conoció, entre estas, fotos y recuerdos materiales. Sobre sus pertenencias manifestó que algunas quedaron en manos de Leslie y José, pero hace exactamente un año se registró un incendio en la casa de este último y se perdieron algunas cosas, otras más aún las conservan y según Eric Rivera, cantante boricua, amigo de Héctor y promotor de la estatua que están fabricando en homenaje al ‘Cantante’ y la cual estará exhibida en su pueblo natal, están buscando un centro comercial para hacer un museo con algunas de las cosas que pertenecieron al artista, como por ejemplo, sus grabaciones originales, sus discos de Oro y varios trajes que vistió en sus conciertos.

La estatua

Eric Rivera le manifestó a El Espacio desde Ponce que para el próximo 30 de septiembre esperan tener lista la estatua y desvelarla a sus fanáticos, esta escultura según el mismo Eric, tendrá movimiento y en sus manos estarán el micrófono y las inseparables maracas.

“El escultor que la está haciendo no conoció a Héctor, entonces nosotros le estamos diciendo cómo era para que le ponga los rasgos físicos exactos y así quede idéntico”, señaló Priscilla.

Aunque aún faltan 13 mil dólares para terminar la obra, Rivera, que fue amigo personal del artista, ha recorrido ‘La Isla del Encanto’ en búsqueda de recursos para que esta obra pueda ser terminada en la próxima celebración de su onomástico. Cabe recordar que durante dos años seguidos en su pueblo natal realizaron el festival de música ‘Héctor Lavoe’, el cual también quieren revivir para honrar su memoria artística. Igualmente cuando llega el 30 de septiembre –día de su natalicio– sus fans se vuelcan a su tumba ubicada en el cementerio municipal de Ponce, acompañados de tambores, maracas, güiros, guitarras, afiches, discos y grabadoras de cuyos parlantes salen las canciones que lo dieron a conocer mundialmente y celebran esta fecha, allí mismo reposan los restos de su hijo Hectitor y su esposa Nilda Román ‘Puchi’.

“En puerto Rico suena mucho su música, le hacen homenajes, hay posters en las discotecas y centros de rumba, nadie lo olvida, siempre está presente en varios países del mundo, entre ellos Colombia”, señaló la hermana.

Su legado músical

Sobre quién podría seguir cantando o por lo menos con su legado musical y que lleve su sangre, Priscilla manifestó que no lo ve muy fácil, pues aunque un hijo de ella es Dj y pone salsa y mezcla la música de ‘Lavoe’, no ve posible que lo imite, sin embargo tiene un nieto que aún no se sabe si siga sus pasos musicales.

Carmen Castro

Carmen Castro, quien fuera su primera compañera sentimental por algún tiempo y madre de su hijo José Pérez, también habló con El Espacio e hizo una semblanza del artista. “Cuando lo conocí era flaquito, muy alegre, en ese momento éramos muy inocentes. Recuerdo que lo vi por primera vez en un club cuando estaba tocando y así empezamos a salir y luego quedé embarazada y él se marchó”. “Cuando se acerca otro aniversario de su muerte, es muy doloroso tanto para mí como para José, su hijo, quien ha estado un poco enfermo y pues casi no quiere hablar”.

“Él poco estuvo con su padre cuando vivía y ahora después de muerto se llevaron sus restos para Puerto Rico, eso lo puso muy triste. En Nueva York José lo visitaba casi todos los días, cuando estuvo en la clínica y en su casa. Luego lo hacía en su tumba”, indicó.

Volviendo al artista y a sus amores con él, manifestó: “Héctor no era bailarín, era un jibarito normal, pero sí muy detallista, amoroso, pegajoso, cuando me daba rabia por algo me reconciliaba dándome besos y abrazos. Cuando se marchó de mi lado, me dijo que lo recordara con el tema ‘Ausencia’. Nunca me olvidé de él. Cuando podía me llamaba y muchas veces me dijo que algún día volvería conmigo. Le dio muy duro cuando supo que me había casado nuevamente. En sus últimos días lo visité y hablamos”, así recordó Carmen al hombre a quien la fama, la música, el dinero y los viajes lo rodearon, pero que a pesar de esto su vida de alguna manera fue triste y solitaria, como él mismo lo plasma con su majestuosa voz en la canción que compusiera Rubén Blades y que al final del tiempo resultó ser como una autobiografía de Héctor Juan Pérez Martínez, ‘Lavoe’, titulada: ‘El Cantante’.

tomado de la pagina de la salsa
el Espacio Bogotá
por John Ceron



jueves, 20 de junio de 2013

NO TODO TIENE SU FINAL RECUERDOS DEL CANTANTE

NO TODO TIENE SU FINAL RECUERDOS DEL CANTANTE


NO TODO TIENE SU FINAL
“Y nadie pregunta si sufro, si lloro,
Si tengo una pena que hiere muy hondo..”
Fragmento “El Cantante”
Rubén Blades


Lo recuerdo claramente. La fecha, 29 de junio de 1993, horas de la tarde. El sitio, barrio Country Sur de Bogotá. Recibí una llamada de mi amigo Óscar Leonardo Castro. Estaba llorando y se notaba que había bebido. Lo primero que me imaginé fue una noticia trágica de alguno de sus padres. No me quiso decir nada, solo que me esperaba en el almacén de muebles de su papá, sobre la décima con 33 sur, a tres cuadras de la casa donde yo vivía. Leo se había convertido en mi mejor amigo y por consiguiente sentía gran aprecio por toda su familia. La incertidumbre era total. 


Llegué al almacén y mi amigo estaba sentado frente a una pequeña mesa de madera, con media botella de aguardiente Néctar destapada que iba por la mitad y con el infaltable Marlboro en su boca. Había otra canequita desocupada, cajetillas de cigarrillos, copas plásticas en el piso en medio de pequeños charcos de licor, colillas por todos lados, varios CD (por supuesto de salsa) apilados en perfecto desorden y una grabadora con música de Willie Colón a alto volumen.

Leo se quedó mirándome, con los ojos hinchados y la mirada perdida por la tristeza y el alcohol.

- ¡Ay, Jairito… se murió Héctor Lavoe!

Debo confesar que al comienzo me dieron ganas de matarlo. ¿Eso era todo?, pensé, con el grato alivio de saber que sus padres estaban bien.

Después pude comprenderlo. Mi gran amigo era un fanático declarado del gran Héctor Juan Pérez Martínez, y el jíbaro de Mochuelito acababa de partir para siempre. Su colección de vinilos y discos compactos era la más completa que había visto. En su habitación, colgado en la pared, había un retrato enmarcado y con vidrio antirreflejo de la portada del álbum “De Ti Depende”, el de Periódico de ayer, Vamos a reír un poco, y Mentira, pintado por su cuñado Óscar Nieto, compañero de interminables farras de salsa y bohemia.

Casi veinte años han transcurrido desde la muerte del extraordinario sonero de Ponce. Dos décadas sin su voz cristalina, sin el sabor que imprimía a guaguancós, descargas y bugalús, sin ese hipnotizante sentimiento que lo poseía cuando interpretaba un bolero. En el mundo de la salsa encontramos decenas de extraordinarios cantantes, pero indudablemente Héctor Lavoe pertenece a un grupo muy selecto del que solo hacen parte genios como Ismael Rivera, Celia Cruz, Tito Rodríguez, Cheo Feliciano, Tito Gómez y Beny Moré. Grandes entre los más grandes, inigualables, insuperables.

La apasionante vida de “El Cantante” no tardó en convertirse en leyenda urbana. Y es que resulta difícil encontrar otra existencia tan marcada por el sino de la tragedia. Una historia precedida por la de Chamaco Ramírez y continuada por la de el loquito Frankie Ruiz, quienes a pesar de haber perecido en diferentes circunstancias, la causa fue la misma: la ruleta rusa de las drogas, el eterno infierno de los artistas que sucumben ante el encanto peligroso de delirantes viajes, placenteros y engañosos, que siempre arriban al mismo destino.









Las biografías de Lavoe y la película protagonizada por Marc Anthony y Jennifer López coinciden en el ambiente pesado de las rumbas de Nueva York, en los “regalitos” de sus propios compañeros y amigos del traqueteo, en una adicción imposible de superar en gran parte por la indiferencia de sus seres cercanos, de un enfermo incurable que perdió total interés por seguir viviendo a causa de dolorosas tragedias familiares que lo sumían cada vez más en la depresión y la desesperanza. Artísticamente la película no es buena, y se encasilla en el lado oscuro de la vida de la estrella, algo fuertemente criticado por seguidores y medio artístico, pero mostró una realidad que muchos quieren seguir ocultando. 


La célebre composición de Rubén Blades es una fiel radiografía de su tormentosa vida, y en general, del drama de los ídolos que caen en desgracia: tener que salir al escenario a cantar, a cumplirle a su público aunque anímicamente estén destrozados por la muerte accidental de un hijo, por haber perdido su casa en un incendio, por padecer una enfermedad incurable y mortal. Sonreír forzosamente, con la máscara bien puesta, hasta que caiga el telón, para que la gente no crea que sus inalcanzables ídolos también son seres de carne y hueso que lloran y sufren. El síndrome del artista famoso que popularizó el otro Blades, Roberto, el de La Inmensidad.

Por eso lo mejor es conservar el recuerdo de Héctor el artista, del jovencito que llegó de Ponce a aventurar a los “nuevayores” para hacer lo que más le gustaba: cantar. Del flaco desgarbado y ojeroso que grabó por primera vez, por allá en el 65 con la New Yorker; que se abrió paso con el maloso del Bronx; que soneaba de tú a tú, sin complejos, con los grandes del momento en el All Stars más exitoso de la historia; que fue invitado especial del rey del timbal para grabar dos álbumes en tributo al bárbaro del ritmo; del intérprete de magistrales piezas musicales que perdurarán en el tiempo; de La Voz, El Cantante de los Cantantes, el Rey de la Puntualidad, como le gustaba que lo llamaran, como lo seguiremos llamando. 


A dos décadas de su partida no ha habido otro que se le llegase a acercar un poco como vocalista. Apenas una pésima copia, llamada Van Lester, que utilizó su memoria para hacer unos cuantos pesos, así como lo continuaron haciendo los dueños del emporio Fania con compilaciones y reediciones de sus álbumes.

El Cantante se ha transformado varias veces. Primero fue Héctor Juan, el hijo de Luis Pérez y Francisca Martínez, después se convirtió en Héctor Lavoe, y finalmente se volvió leyenda, lo que solo logran los genios.

Así que eso de que “todo tiene su final”, es puro embuste.
 
Por: John Jairo Usme
AMIGOS E IMPULSORES DE LA SALSA SAN MARTIN, META
 
 







martes, 4 de junio de 2013

A 20 años de la muerte de Héctor Lavoe

A 20 años de la muerte de Héctor Lavoe

Falleció a causa del sida en 1993

 

 
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A un mes del vigésimo aniversario de la muerte del legendario salsero puertorriqueño Héctor Lavoe, sus colegas lo recuerdan por su jovial personalidad y su destacada carrera artística.

Héctor Juan Pérez Martínez, el verdadero nombre de Lavoe, falleció a causa del sida el 29 de junio de 1993 en el hospital Saint Claire de Nueva York, a los 47 años.

El intérprete de legendarios temas como "Todo tiene su final", "El Todopoderoso", "Aguanilé", "El cantante", "Rompe saragüey" y "Paraíso de dulzura" contrajo el virus de sida por el uso de jeringas infectadas para inyectarse heroína.

El salsero puertorriqueño Ismael Miranda, uno de los excompañeros de orquesta de Lavoe, dijo que el fenecido cantante fue su mejor amigo y fue también quien le dio a probar su primer cigarro de marihuana.
Miranda, conocido como "El niño bonito de la salsa", dijo a Efe que conoció a Lavoe en la década de los sesenta en el Hunts Point Palace, uno de los locales más emblemáticos en Nueva York. Más tarde fueron compañeros en las Estrellas de la Fania, considerada la orquesta más famosa de la historia de la salsa.

"Héctor siempre fue un gran cantante y un muchacho muy jocoso. Siempre con una sonrisa", dijo Miranda. "Siempre lo vi como un tipo bien chévere y bueno", aunque "en un momento dado abrazó las drogas", lo que terminó destrozando su vida.

Miranda personificó además al padre de Lavoe en la película "El cantante", que protagonizó el también salsero boricua Marc Anthony.

Antes de que Lavoe muriera, ya había intentado suicidarse en varias ocasiones vencido por las drogas y golpes como la muerte de uno de sus hijos por el disparo accidental de un amigo en 1987, el mismo año que murieron su padre y su suegra.

"Estaba enfermo, pues (la adicción a drogas) es una enfermedad. Si le llegamos a quitar eso, él era una persona excelente. Yo no tengo nada malo que decir de él", sostuvo Miranda.

El bajista Edwin Morales también conoció a Lavoe e incluso tocó con él hace 29 años en un concierto en el Coliseo Roberto Clemente, de San Juan organizado por el fenecido productor boricua Raphy Mercado.

Morales señaló a Efe que Lavoe "siempre fue él mismo" como persona y artista: "Sabía que fuera de sus problemas de alcohol y drogas, al público había que respetarlo. Si te contrataban, era para ti y no para más nadie, y había que dar el máximo".

Del mismo modo, el percusionista Pedro Conga, quien fue compañero de orquesta de Lavoe, aseguró a Efe que el fenecido salsero ha sido "el mejor cantante de salsa que ha existido".

"Para mí, fue el mejor cantante de salsa que hubo y por mucho tiempo no aparecerá nadie así. Fue una persona humilde, tranquilo, chévere;... lo mejor", afirmó Conga, a quien le dedicaron este año el Día Nacional de la Salsa en Puerto Rico junto a otros músicos.

Conga añadió que durante su trayectoria de 40 años en la música "nunca" ha visto a algún artista destacar más que Lavoe, quien además le aconsejó que no siguiera sus pasos con las drogas.
 

 

 

jueves, 11 de abril de 2013

Porque la fama no solo trae alegrías, radiografía del Cantante






Porque la fama no solo trae alegrías!, radiografía del Cantante




Mostrarse alegre a pesar de las adversidades, subir al escenario y cumplir con el público, aunque uno mismo esté al borde del colapso, se diría que todo apunta a que "el show debe continuar". 

Pero, ¿qué hay detrás de la sonrisa frente al micrófono; qué hay en medio de los reflectores y la facha pintera; qué hay tras el show y toda su parafernalia? Como respuesta a esas interrogante apareció la pluma gigante del panameño Rubén Blades, para entregarse a 'El cantante'. 


Su escritura y su música se enfocaron sobre otro grande de la salsa, el puertorriqueño Héctor Lavoe. El boricua, tras disfrutar de las glorias de la fama y del cariño del público en los años 70, con todo el 'boom' de la Fania, se había sumido en un torbellino de drogas, delincuencia y depresión. 

La letra es de una simplicidad desgarradora: 

"Me paran, siempre en la calle
mucha gente que comenta
 "Oye, Héctor! tú estás hecho,
 siempre con hembras y en fiestas!"
 Y nadie pregunta
si sufro si lloro 
 si tengo una pena 
 que hiere muy hondo". 

Tanto le calzaba el relato de este tema a Lavoe, que Blades terminó por cederle los derechos a Héctor, quien además pasaría a la historia con el mote de 'El Cantante'. 

Cuestionado sobre esta acción de generosidad, Blades respondió: "No solo generoso, más allá de ser generoso, es ser realista. Yo me senté y dije: esto que le está pasando al personaje de la canción no me está pasando a mí en realidad, le está pasando es a él (Héctor Lavoe), entonces él va a darle a la canción un tono y un giro mucho más genuino que lo que yo puedo hacer, así que más que generosidad fue aceptar la realidad". 


Y no falló en su suposición, Héctor supo darle a la canción alma y leyenda. Así lo demuestran esos grandes pregones que concluyen la canción en la voz incomparable de Lavoe:

 "¡Hoy te dedico, mis mejores pregones! 
Si no me quieren en vida, cuando muera no me lloren! 
Yo, soy el cantante, vamo' a celebrar,
no quiero tristezas lo mío es cantar, cantar!". 


El tema, que también contó con la producción de Willie Colón, se realizó en 1977, cuando Blades se hallaba en plena construcción de su disco 'Siembra'. 


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viernes, 1 de marzo de 2013

Nueva generación de la salsa mantiene el legado de Héctor Lavoe




El cantante de los cantantes

Nueva generación de la salsa mantiene el legado de Héctor Lavoe

El legado de Lavoe ha sido tan grande que hasta cantantes como Van Lester y Rafi Santana lo imitan.


 Agrupaciones puertorriqueñas de la nueva generación de la salsa mantienen vigente el legado de la estrella de este género musical Héctor Lavoe, dos décadas después de la muerte de "El cantante de cantantes".

NG2, San Juan Habana y N'Klabe son algunas de las orquestas que han mantenido vigente la salsa en la última década gracias al legado de las canciones que hace más de veinte años Lavoe plasmó a través de mensajes coloquiales y boleros.

Gerardo Rivas, miembro de NG2, dijo en entrevista con Efe que la mayor admiración por Lavoe, a quien describió como "el jíbaro en el género de la salsa", es por tratarse de alguien único como persona y por su jocosidad.

"Le enseñó al mundo de la salsa que si la gente iba para la derecha, él iba a la izquierda, y por eso yo lo admiro mucho porque le gustaba ser diferente a los demás", dijo.

Rivas contó que fue su padre, Jerry Rivas, integrante de la legendaria orquesta El Gran Combo de Puerto Rico, quien le introdujo a la música de Lavoe.

El intérprete de "Ella menea", "De carne y hueso", "Voy a pintarte" y "Mi salsa se respeta" dijo que su canción favorita de Lavoe es "El cantante", escrita por el panameño Rubén Blades, debido a que es un tema autobiográfico que explicaba cómo era la dura vida que llevaba el salsero boricua a pesar de ser una estrella.
"La gente se cree que por ser artista la vida es color de rosa. Él transmitió lo que a todos nos pasa al ser seres humanos. Tenemos familia, problemas, preocupaciones, pero cuando nos trepamos a la tarima somos otro tipo de persona", contó.

Por su parte, Juan José Hernández, director musical de San Juan Habana, afirmó que, de una u otra forma, todos los músicos y cantantes del ritmo caribeño fueron influenciados con la música de Lavoe, considerado como uno de los máximos exponentes de la salsa.

El músico cubano recordó que la primera vez que supo de Héctor Lavoe fue en La Habana a sus 18 años, cuando era miembro de la orquesta de Adalberto Álvarez y su Son, en el momento que tuvo en sus manos el disco "De ti depende" (1976).

"Escuchaba ese disco además de otros de salsa de Puerto Rico y siempre me llamó la atención el bolero 'De ti depende' y la forma en que él (Lavoe) lo interpretaba", abundó Hernández.

Añadió que el legado de Lavoe ha sido tan grande que hasta cantantes como Van Lester y Rafi Santana lo imitan en sus respectivas orquestas "por ese timbre nasal, pero natural" que tuvo el fenecido salsero.
Hernández lamentó la triste vida que tuvo Lavoe, que comenzó con el fallecimiento de su madre a sus 3 años, el asesinato de su hermano, la muerte de su hijo mayor, Héctor Luis, por un disparo accidental, un intento de suicidio y la caída en las drogas hasta morir de SIDA.

Aún así, Hernández destacó el profesionalismo de Lavoe, que a pesar de tantos problemas sacaba las energías para cantar a su mejor nivel.

"La vida de Héctor fue bien abrupta. Es una pena porque se pierde el ser humano y el artista. A pesar de esas vivencias, mantenía esas ganas para cantar", enfatizó.

Felo Torres, líder de N'Klabe, dijo que la "peculiaridad de Héctor Lavoe no solo fue por su forma cantar, sino de ser".

Recordó que tuvo la oportunidad de verle en vivo y que su personalidad trascendió tras su muerte, el 29 de junio de 1993 en un hospital de Nueva York.

"Algunas de sus influencias van hasta en su forma de vestir por su 'tumbao' (fluidez corporal) las gafas y la chaqueta", dijo Torres del intérprete de éxitos como "El Todopoderoso", "Mi gente", "Rompe saragüey", "Periódico de ayer" y "Aguanile".

Torres y N'Klabe lanzaron en 2011 el disco "Aires de Navidad", que incluye éxitos de Willie Colón y Lavoe de las producciones "Asalto navideño" (1971) y "Feliz Navidad" (1979).

Torres relató que la relación que tiene N'Klabe con Lavoe es tan genuina que su manejador, José Díaz, fue miembro del equipo de trabajo del fenecido salsero, de quien en 2006 se lanzó la película sobre su vida, "El cantante", que protagonizó Marc Anthony.

Tomado del espectador




viernes, 22 de febrero de 2013

Raúl Carbonell volverá a encarnar a Héctor Lavoe



Raúl Carbonell volverá a encarnar a Héctor Lavoe


Que lo comparen con su ídolo musical, Héctor Lavoe (1946-1993), le parece “injusto”. Pues desde que comenzó a interpretarlo como actor y cantante hace ya 14 años, Raúl Carbonell no ha pretendido ser una copia exacta, pero sí hacer una buena representación de su personalidad en el escenario.

"Héctor solo hay uno”, advierte el artista, quien el 1 de marzo volverá a encarnar a “El Cantante de los Cantantes” en el espectáculo Lavoe 20/20, que tendrá lugar en el Club Tropicoro del Hotel San Juan.

“Lo que sí es que voy a ser fiel en los ataques, en el estilo, pero la misma voz no va a ser”.

De esta representación, destaca, “lo fascinante es entrar en esa dinámica de su personalidad escénica y su personalidad humana; la forma de comportarse con el público denotaba mucho de su personalidad; no le importaba nada; no observaba ningún protocolo de comportamiento, era natural y así que la gente lo quería”. La “sencillez, sinceridad y grandiosidad ante el micrófono” son otros atributos que aplaude de Lavoe, a quien en un ocasión le llegó a dar la mano en las instalaciones de Wapa.


Serán 20 los temas que Carbonell compartirá con el público, acompañado de una orquesta de 10 músicos. Entre los títulos escogidos mencionó Periódico de ayer; Mi gente; Calle luna, calle sol; El Todopoderoso; Paraíso dulzura; y El rey de la puntualidad. El matiz romántico de la noche se dará a través de un medley de cinco boleros que en su momento cantó el legendario salsero.

“Héctor Lavoe fue un gran bolerista, pero como que el éxito de la salsa opacaba al bolerista, pero sus boleros son una cosa fantástica”, resaltó el protagonista de la fallida película The Untold Story of Héctor Lavoe. Carbonell, como el resto del elenco que participó del filme del director Anthony Felton, tuvo un desagradable desenlace con este proyecto, que desembocó en sendas demandas por libelo y cobro de dinero. Ambos pleitos, dijo, terminaron, aunque aún no ha cobrado el total del dinero que le corresponde.

“Fue una gran idea, un gran libreto en unas manos equivocadas y yo fui una de las víctimas”, dijo.

Los boletos para el espectáculo Lavoe 20/20 están a la venta en Ticket Center, 787-792-5000.

Tomado de Diario Primera Hora PR

martes, 3 de julio de 2012

El triste final de Héctor Lavoe

El triste final de Héctor Lavoe

El Búho dcie que los salseros del mundo lloraron y convirtieron en un mito al “Cantante de los cantantes”.

 tomado de trome.pe





Una de las grandes tragedias en la historia de la salsa fue, sin duda, la muerte de Héctor Lavoe. Este ícono popular partió al cielo un 29 de junio de hace 19 años, “triste, vacío, sin dinero ni amigos” a la temprana edad de 46 abriles.

El colega Eloy Jáuregui lo recuerda como un tenor de esquina, un virtuoso de la improvisación, de voz peculiar y desafiante. Héctor Juan Pérez Martínez vio la luz un 30 de setiembre de 1946, en el pueblo de Ponce, en Puerto Rico. La temprana muerte de su madre Leslie “Pachita” Martínez, aficionada a la música, marcó su vida de forma definitiva cuando aún era un niño.

A los 14, junto a diez amigos de su barrio, empezó a cantar y tres años más tarde decidió viajar a Estados Unidos, llegando a la casa de un familiar en el “Bronx”, donde fue corista y maraquero de algunas orquestas. Johnny Pacheco, propietario del sello “Fania Records”, le presentó a Willie Colón, quien lo jaló a su banda, “The bad boys” (“Los chicos malos”). Ambos grabaron éxitos como “Cheché colé”,“Todo tiene su final” y “La murga”.

Pero la vida desordenada, el alcohol, las mujeres y las drogas fueron una constante en su existencia. Más tarde grabó “Periódico de ayer”, “Mi gente”, “El rey de la puntualidad”, “Juanito alimaña” y el famoso “El cantante”, tema compuesto por Rubén Blades que lo llevó a la cumbre y lo transformó en leyenda viviente.

Ingreso al túnel del tiempo. 1986. Feria del Hogar, en la avenida La Marina. Luis Delgado Aparicio presenta a Héctor, vestido con un pantalón blanco y una polera azulina. “Nosotros somos buenos compañeros/con mucho gusto le vamos a presentar/a un cantante que lo hemos coronado/como el rey de la puntualidad”. El público enloqueció. Jamás pensó que un año después sería asesinado su hermano Luis Ángel y luego correría igual suerte su suegra, que un paro cardíaco acabaría con la vida de su padre y que su adorado hijo Tito falleciera por un disparo accidental.

Estos hechos trágicos lo volvieron loco de dolor. Se hundió más en el mundo de las drogas y un domingo de 1988 se lanzó del octavo piso de un edificio en Puerto Rico, quedando muy malherido e incapacitado para cantar.

Sus últimos días fueron penosos. Fue una agonía lenta. El peruano Hugo Abele, el empresario que lo trajo a nuestro país para que cante y lo alojó en su vivienda, lo visitó un mes antes de su muerte en el cuartucho lleno de ratas y pericotes de Nueva York, donde padecía sus días. Lo que vio era terrible: Su amigo, víctima de la depresión y las complicaciones en su salud por el Sida, yacía sobre un colchón sucio donde había defecado y nadie lo limpiaba.

Su esposa, Nilda “Puchi” Román, lo había abandonado justo en esos momentos, cuando más la necesitaba. Lavoe, que había producido tanto dinero con sus éxitos, estaba sumido en la más completa pobreza y soledad. Daba lástima verlo. Lo llevaron al hospital para que sea atendido. Cuando finalmente murió en el Memorial Hospital de Queens, la enfermera lo encontró en la misma situación que lo halló el “Gordo” Abele.

La fama y el éxito son efímeros. Los salseros del mundo lloraron y convirtieron en un mito al “Cantante de los cantantes”. En el Callao es como un Dios. Su vida siempre fue polémica y parte de su tragedia es reflejada en la película que hicieron Marc Anthony y Jennifer López. Apago el televisor.


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