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miércoles, 4 de febrero de 2015

Gilberto Santiago, el salsero con el drama de ser portador VIH positivo


Creando Música, Creando Concienacia
Gilberto Santiago Lo Dice Cantando
Por Carlos N. Molina







La música siempre ha sido una parte muy importante de nuestra cultura. Celebraciones y penas tienen su fondo de música para nuestra gente. La vida de Gilberto Santiago es un ejemplo claro de esa relación entre la música y nuestras vidas.

En agosto del 2001, recibí un pequeño paquete que contenía una carta de presentación y un disco compacto titulado "Impacto 2000" por la Orquesta C.R.E.A. Conciencia de Puerto Rico. La carta estaba firmada por Gilberto Santiago, un hombre viviendo con VIH en Allentown, Pennsylvania. Curioso, coloqué el CD en mi computadora y lo empecé a escuchar. De la pequeña bocina comenzaron a salir ritmos y melodías salseras que me transportaban a mi isla de Puerto Rico. Las letras, la música, los arreglos y sobre todo la voz me impresionaron por su calidad. Ésta era una producción totalmente profesional. Y aún más claro era el hecho que aunque esta colección musical era producto de la labor, talento y esfuerzo de muchos, esta producción es en esencia Gilberto Santiago.

Gilberto compuso cinco de los ocho temas grabados, interpretó vocalmente siete de las canciones, conceptualizó la producción y la produjo, consiguiendo la colaboración gratuita de varios de los músicos de salsa más importantes de Puerto Rico. Este álbum es afirmación y testamento de su vida, sueños y aspiraciones. Gilberto tiene algo que decir y la música es su manera de comunicarlo.

La música siempre ha sido una parte importante en la vida de Gilberto. En su infancia y adolescencia "rumbeaba" en las esquinas con sus vecinos, practicando ritmos en sesiones de percusión improvisadas e imitando a sus héroes musicales: Hector Lavoe y Rubén Blades. A los 15 años se integró como corista a la Orquesta La Paz, una orquesta local del pueblo de Caguas en Puerto Rico. A los 16 años pasó a ser corista con el gran cantante de salsa Andy Montáñez. Luego pasó a ser parte de los grupos musicales de Marvin Santiago, Lalo Rodríguez y Antony Cruz, sucesivamente.


Un nuevo talento

A pesar de esa vasta experiencia musical, Gilberto no empezó a componer hasta 1994, cuando se encontraba en la cárcel por crímenes relacionados al uso de drogas. En un ataque de celos causado por la separación de su esposa, cogió papel y lápiz, y compuso una canción que expresaba cómo se sentía. El compartió su composición con sus compañeros de prisión, quienes lo alentaron a continuar. Fueron sus compañeros quienes facilitaron el encuentro que afectó positivamente a Gilberto y lo encaminó a desarrollar su talento como compositor y cantante.
Impresionados por el talento de Gilberto, sus compañeros de prisión decidieron comunicarse con Don Tite Curet Alonso, considerado por muchos uno de los mejores compositores de Puerto Rico, y hablarle de Gilberto y sus trabajos como salsero. Redactaron una carta, recogieron más de 500 firmas en la población encarcelada y la enviaron. Varios meses más tarde, Don Tite les contestó compartiendo su entusiasmo por la música de Gilberto. Don Tite comenzó a visitar a Gilberto en la cárcel y se convirtió en su padrino musical, amigo y consejero.


Una vida de drogas

Paralela a su vida musical, Gilberto llevaba una vida de uso y abuso de drogas. Él comenzó a usar drogas ilegales desde los 14 años. Comenzó con marihuana, luego cocaína, y en 1980 empezó a inyectarse heroína. Como muchas personas usuarias de drogas, Gilberto deseaba dejar de usarlas pues le era claro que le estaba afectando la salud y la vida de manera adversa.
Pero para hacer ese cambio tuvo que tomar una difícil decisión: tuvo que dejar el ambiente musical porque desgraciadamente la epidemia del abuso de drogas permea toda esa comunidad artística. La música, que siempre había sido parte de su vida, tuvo que tomar un lugar secundario en su vida.

Por 12 años Gilberto, el músico, se convirtió en Gilberto el vendedor de alimentos al por mayor, creando una vida más estable para él y su familia. Por ocho años las drogas no formaban parte de su vida, pero en 1993, tras la separación de su esposa que le causó mucho dolor y depresión, perdió las ganas de vivir. Con esa actitud, también perdió la fuerza de voluntad para mantenerse libre de drogas.

En un instante decidió usar heroína y su ciclo de dependencia narcótica comenzó nuevamente. Fue en ese período que cayó preso y estuvo encarcelado de 1994 al 2000.

En la cárcel su abuso de drogas continuó. La heroína se conseguía muy fácilmente, traída a la prisión por familiares y amigos durante sus visitas, quienes la escondían envuelta en globos plásticos en sus cavidades vaginales y anales. A pesar de que la droga era fácil de conseguir, las agujas eran otra historia. Nos relata Gilberto que hubo ocasiones cuando compartía una aguja con 65 prisioneros. Gilberto cree que él adquirió el VIH en prisión, compartiendo agujas.


Creando música

En 1998, como parte de un programa de la prisión, se le ofreció a Gilberto la oportunidad de terminar su sentencia en el Hogar C.R.E.A. en el pueblo de Juncos. El Hogar C.R.E.A. es un centro de rehabilitación para el usuario de drogas.
El programa no funcionaba muy bien para Gilberto. La mayoría de los residentes estaban allí obligados por el sistema penal. Para ellos era la cárcel o el centro de rehabilitación. A pesar de que este centro no cumplió su proposito principal para Gilberto, quien continuó usando drogas, sí le ofreció otra bendición.

A su llegada al programa, Don Tite Curet Alonso siguió visitando a Gilberto. Los directores de la institución, al reconocer al célebre compositor, le presentaron a ambos la idea de hacer un álbum musical con contenido social y educativo, con un mensaje sobre el abuso de drogas y sus consecuencias, pero también de esperanza.

Con esa idea en su mente, Gilberto puso todo su entusiasmo, talento y conocimiento del ambiente musical en el proyecto. Don Tite inmediatamente se unió al proyecto. Gilberto se puso en contacto con amigos músicos, arreglistas y hasta con un estudio de grabación. Convocó a su musa y escribió cinco números para la producción. Curet Alonso compuso dos y Domingo García compuso un número instrumental para completar la colección musical.

Gilberto de corista pasó a ser la primera voz. ¡Y créanme, amigos lectores, este hombre puede cantar! Su voz es clara, elocuente y, sobre todo, agradable al oído. Este álbum titulado "Impacto 2000," resultado de la labor y talento de muchos, es un álbum de gran calidad, y está lleno de imágenes realistas de la vida y de la esperanza que ofrece la superación personal.

Con esta producción, Gilberto se graduó de corista a solista, de compositor "amateur" a compositor profesional, pero sobre todo de una persona con ideas y sueños a una persona que convierte sus sueños en realidad.

Es por eso que en esencia este álbum de salsa es Gilberto Santiago hecho música.


Creando Musica, Creando Concienacia 

Vida con VIH

A pesar de que en la prisión le ofrecieron hacerse la prueba de VIH, él no quería saber su estatus. "Si me voy a morir, pues muero sin saber nada," era su mantra.
En el 2000, luego de su salida de la prisión, Gilberto sufre una sobredosis de droga, la segunda que le ocurre. Luego de eso, durante la campaña del Día Nacional de Hacerse la Prueba de VIH y a insistencia de amigos y familiares, Gilberto decide hacerse la prueba. Su diagnóstico positivo, aunque no fue una sorpresa, fue difícil y deprimente. "Fue como si me hubieran echado un balde de agua fría por encima," nos dice.

La depresión continuó por varios años, y para contrarrestarla él usaba heroína. Nos dice Gilberto que cuando se "daba la cura," su cuerpo y mente experimentaban paz y tranquilidad. La diferencia entre la sobriedad y la intoxicación era tan grande, que el usar dogras era lo más importante en su vida; todo lo demás, trabajo, familia, responsabilidades, pasó a un segundo plano.

En el 2001, como inspirado por su composición "Crea Conciencia," decide dejar el mundo de las drogas de una vez por todas. Decide volver al Hogar C.R.E.A., pero esta vez en Allentown, Pennsylvania. Este programa es voluntario. Los residentes están allí porque han escogido por sí mismos el dejar de usar drogas, y están más comprometidos a su recuperación.

Conjunto con reaprender a vivir sin drogas, Gilberto tiene el reto de aprender a vivir con VIH/SIDA, manteniendo un balance entre su salud física, mental y espiritual.

Cuando le preguntamos qué papel juega la música en su estrategia de salud, nos dice: "La musica viene del cielo. Cuando el Rey Saul se enfermaba o tenía preocupaciones, David le tocaba el arpa y lo tranquilizaba. Similarmente, la música me relaja, me da paz, y me hace experimentar el 'juego de emociones', de gozo a melancolía. Es mi medicina del alma."


Futuro soñado

El nuevo sueño de Gilberto es usar la música para educar sobre el VIH. Su visión artística es una producción teatricomusical que eduque y dé esperanza. Su idea es que la gente despierte de la fantasía de las drogas, cree conciencia y sueñe con una mejor vida. Agrega: "soñar está bien, fantasear no. Los sueños se pueden hacer realidad, las fantasías no."
Con la capacidad artística, musical y de convertir sueños en realidad, estoy seguro que lo logrará. ¡Buena suerte Gilberto!

Si desean más información sobre el CD o ponerse en contacto con Gilberto, pueden escribirle al:

Gilberto Santiago
Hogar C.R.E.A.
132 North 4th Street
Allentown, PA 18102


Tomado de Body Positive

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