miércoles, 11 de noviembre de 2015

La salsa, un seguro de vida para cientos de jóvenes pobres de Colombia




La salsa, un seguro de vida para cientos de jóvenes pobres de Colombia






Fotografia Agencia EFE Colombia - AFP



La salsa representa para Cali, en el suroeste de Colombia, la reivindicación de su cultura y raíces, pero también un seguro de vida para cientos de jóvenes de los barrios más pobres. En el barrio Ciudad Modelo, ubicado en la barriada Comuna 11, Luis Carlos Caicedo dio un giro a su vida al fundar la escuela artística Nueva Dimensión, en la que forma a niños de los sectores más deprimidos de la población para que se conviertan en bailarines de salsa.

Para muchos de ellos, aprender a dominar pasos como el pico de garza, las lijas o el carabalí, supuso sobrevivir a un entorno hostil que se aprovecha de la desesperación para acabar con su futuro. «Un muchacho que ahorita está aquí, un día, después de muchos años, me dijo: 'Doy gracias de estar en esta escuela porque mis amigos ya todos se murieron'», reveló a Efe Caicedo.

A los compañeros de este joven, que se prepara para entrar en escena, «les gustaban otro tipo de ambientes, se metían en peleas y les fueron matando uno a uno». «Gracias al baile se separó de ellos, cada día les dedicaba menos tiempo y debido a eso se salvó», añade Caicedo.

Por su parte, el emprendedor Jesús Alirio montó con el apoyo de sus dos hijas, ahora socias, su propia escuela de baile, Constelación Latina, en el barrio La Riviera, ubicado en la Comuna 6, «más que nada por la labor social», afirma a Efe.

Esta zona popular, situado en el extremo norte de Cali, presenta altos índices de desempleo, absentismo escolar e inseguridad debido a la presencia de pandillas juveniles. «A estos chicos los saca uno de la calle para convertirlos en unos artistas, en unos campeones», comenta a Efe Jesús Alirio, quien alberga en las instalaciones de Constelación Latina a más de 250 jóvenes.

La labor de este emprendedor va más allá del mero instructor de salsa ya que «uno se convierte en psicólogo, papá, mamá... para poder llevar a estos jóvenes» el amor y el respeto por el arte de la danza.

Estas dos escuelas participan en Delirio, un espectáculo musical que fusiona salsa y circo, el cual a través de su Fundación y de programas sociales como «Paso firme», invierte parte de sus beneficios en la formación de jóvenes en riesgo de exclusión.

Desde hace dos meses, Delirio puso en marcha una nueva iniciativa junto con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) para aquellos menores de edad que no lograron coger a tiempo el tren del arte y la salsa caleña.

Se trata de jóvenes en centros de reclusión, quienes reciben cursillos de salsa por parte de coreógrafos profesionales «para que así tengan la mente despejada y puedan conseguir un proyecto de vida», explica a Efe, John Jairo Rodríguez, uno de los instructores que acude a las penitenciarias de Valle del Lili y el Buen Pastor.

«Son 'pelados' (chicos) muy difíciles que vivieron en entornos complicados. Son muy fuertes al tratar, pero cuando entran en el espacio del baile, su rostro cambia. Es un momento de alegría y felicidad», anota este bailarín de 27 años que lleva dos décadas encima de los escenarios a ritmo de salsa.

Quizá alguno de estos adolescentes, cuando cumpla su condena, se convierta con el tiempo en un reconocido bailarín, como Cecilia Montezuma, hija de Jesús Alirio y socia de la escuela Constelación Latina.

Ella ha mostrado el frenesí de sus caderas en Europa, Asia y Latinoamérica y constata que en las comunas de Cali los niños «están demasiado cerca de ambientes relacionados con la delincuencia y las drogas», de ahí que apueste por el baile como una salida real para desarrollar la zona.

Un caso de éxito es el del bailarín Andrés Tascón, que se inscribió en Constelación Latina hace cuatro años, una decisión que le alejó «mucho de las malas amistades», pero que le ha ayudado económicamente, así como a su «aprendizaje, conocimiento y experiencia».

Tascón, que hace de Michael Jackson en el espectáculo de Delirio, piensa en viajar a Estados Unidos el año que viene junto con su hermana para montar una escuela de salsa en Nueva Jersey y continuar con la misma filosofía que a él le inculcaron: la salsa puede cambiar vidas.









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